"El socialismo más que una teoría histórica, una hipótesis económica y una doctrina política, es un modo de sentir, pensar y obrar que vigoriza y embellece la vida de los individuos como la de los pueblos" Juan B.Justo

lunes, 2 de enero de 2012

UN PAIS SOLIDARIO Y PARTICIPATIVO




Dejamos atrás un 2011 cargado de sucesos y acontecimientos de vital importancia. Hemos elegido a nuestros representantes, tanto a nivel nacional como provincial y local. El ejercicio de la democracia nos pone contentos. Sin embargo, en el año que ha concluido y en el que comienza, la deuda social sigue presente y reclamando pronta solución.

El nacimiento y desarrollo del Frente Amplio Progresista (FAP) ha enamorado a vastos sectores ciudadanos que esperaban una herramienta capaz de conjugar en su seno los valores cívicos, éticos y republicanos con un fuerte contenido social...


Nuestra opción por los que menos tienen, nuestra conciencia sobre la necesidad de una cultura de armonía y consensos, nuestra convicción en el futuro del país nos condujeron a formar el FAP. Se trata de una fuerza ya vigorosa, que no es en modo alguno patrimonio de aquellos que hemos sido candidatos o quienes fueron elegidos, sino de los ciudadanos y las ciudadanas de la Nación que, participando activamente de la vida social y política, la han hecho y la hacen propia. El proyecto progresista, instalado como opción real en la política argentina, se enriquecerá con los aportes de todos aquellos que busquen el país mejor que deseamos. En ese país creemos.


Durante el año que acaba de terminar hemos recorrido el país. Hemos entrado en contacto con su gente, con los hombres y mujeres que día tras día, a través de su trabajo, aportan al desarrollo general. Ese contacto vital con las amplias mayorías ha colaborado al afianzamiento del FAP y a la clarificación de su objetivo máximo: el de atender los problemas reales de nuestra ciudadanía: la inflación, el trabajo decente, la necesidad de jubilaciones dignas, la promoción industrial, la salud y la educación pública de calidad, las políticas de acceso a la vivienda. Nuestro compromiso es hoy, como lo ha sido siempre, participar en la solución de las cuestiones que aquejan a la ciudadanía.

Nos hemos mantenido al margen de los enfrentamientos y las oposiciones maniqueas a las que muchos querían inducirnos. Lo hicimos así con un espíritu de diálogo y consenso con el que ratificamos nuestra consideración de que sólo en el acuerdo y en la recepción de ideas diversas se encuentra el camino para el crecimiento de la Nación.

El camino, sin embargo, no ha sido fácil. No creemos en los decretazos ni en los autoritarismos. Diálogo y concertación son nuestras consignas, que no quedan ni quedarán vacías de contenido, y que tienen como preludio necesario la integración al interior del FAP de una serie de partidos que, sin perder su identidad, comprenden la necesidad de una herramienta nacional que unifique sus concepciones.

En el mismo sentido, entendemos al federalismo no sólo como un hecho vinculado con la Constitución Nacional, sino como una forma de guiar y mejorar el país desde los espacios subnacionales que son las provincias.

A todos quienes nos acompañaron y nos siguen acompañando, sólo podemos agradecerles, porque es ese respaldo el que nos otorga la fortaleza necesaria para abrir paso a este hermoso y edificante camino por una patria mejor. El FAP es ahora la segunda fuerza política nacional y ha venido para quedarse. Es la forma que ha adquirido el proyecto progresista. Es la forma que reafirma nuestra convicción de que, cuando los hombres y mujeres de bien comprometidos con el futuro y el desarrollo de los intereses más elevados del país se unen en pos de los objetivos comunes -los de la justicia y la dignidad- se fortalece no ya un partido político sino la sociedad toda.

Entramos en 2012, año del bicentenario de la creación de nuestra bandera nacional. El 27 de febrero de hace dos siglos, Manuel Belgrano enarbolaba por vez primera la bandera celeste y blanca que a todos nos une. Rodeado de vecinos y vecinas que en nuestra ciudad de Rosario luchaban, como él, por la libertad, la igualdad y los principios democráticos, e inspirado en las ideas y las convicciones republicanas que la Revolución Francesa había desarrollado en Europa, consciente además de la necesidad de que la razón y la ética fuesen los criterios sobre los que se edificase nuestra nación, Belgrano instalaba una de las bases fundamentales de nuestra historia.

Como todo servidor, Belgrano fue humilde. Su gesto de entrega alcanzó el más elevado espíritu cuando sostuvo: "Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella". Es el ejemplo de Manuel Belgrano el que guía nuestras acciones.

La construcción de una argentina solidaria, participativa, inclusiva y democrática sólo podrá ser realizada pensándola en celeste y blanco y nunca en blanco o negro. Así lo imaginaron aquellos que nos dieron la nacionalidad, los hombres y mujeres que pusieron los cimientos de esta Argentina, sobre la que hoy nosotros tenemos una profunda responsabilidad.

En todas las responsabilidades de gobierno asumidas por integrantes del FAP, como en la ciudad de Rosario y en la provincia de Santa Fe, hemos tenido siempre el sentido ético que permite combinar convicciones y realizaciones. Hemos impulsado la educación y la salud pública, la cultura y el acceso a los bienes indispensables para el desarrollo de la vida con dignidad. Pero nuestra experiencia de gestión, de la que hemos dado numerosas pruebas, no se ha reducido al ámbito local y provincial, sino que se ha anclado en el plano nacional. Nuestra labor legislativa ha demostrado que los propósitos y los valores por los que apostamos no quedan en letra muerta, como se reflejó en las posiciones coherentes asumidas por los legisladores del FAP.

Hemos defendido el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género porque creemos que las libertades individuales y la elección de nuestra forma de vida son derechos indivisibles asistidos por la Constitución Nacional. Hemos presentado proyectos y dado nuestro apoyo a todas las iniciativas de lucha contra la violencia de género, lastre que seguiremos combatiendo con toda nuestra energía; pero nos opusimos a la ley antiterrorista, enseñando de ese modo por dónde pasa el auténtico progresismo.

Hemos defendido y defendemos una ley de medios de la democracia que evite la monopolización y la concentración de la información, pero también buscamos con ahínco una política de respeto a la opinión de los periodistas y el cese de todo tipo de agresión a los hombres de prensa y a la libertad de expresión.
Hemos defendido y defendemos la política de la Asignación Universal por Hijo, que debería haber sido sancionada por el Congreso de la Nación y no por decreto. Creemos, a la vez, que con la política de asignación universal por hijo no alcanza, porque es un deber del Ejecutivo Nacional realizar una política social justa, enmarcada en una economía del desarrollo que termine en el menor tiempo posible con los 10 millones de pobres y brinde bienestar a todas y todos los argentinos.

Seguiremos en este camino. Nos debemos a los jubilados, que en cada rincón del país buscan el cumplimiento efectivo de su dignidad, y por eso seguimos insistiendo en el necesario otorgamiento del 82% móvil, como lo desarrollamos con éxito en la provincia de Santa Fe. Nos debemos a los chicos, que merecen una educación pública y de calidad, porque es la única manera de alejarlos de la marginación e igualar sus posibilidades de desarrollo futuro. Nos debemos a los jóvenes, que precisan posibilidades de perfeccionamiento y que reclaman un mayor espacio en la vida política y cultural. Nos debemos a los trabajadores y los emprendedores de todo el país, a los docentes, médicos y enfermeros, a los artistas, a los músicos, escritores, deportistas, periodistas, actores, que hacen grande nuestra Argentina.

Quisiera que al comenzar este nuevo año todos reflexionemos sobre el país que queremos, el que deseamos, el que necesitamos, el que nos merecemos. Allí donde estemos, pensemos en los que menos posibilidades tienen, en los que no tienen el pan para compartir en su mesa.

Desearía, de todo corazón, vivir en un país en el que todos tengamos lo necesario y en el que a nadie le falte la alegría.

Invito a que nos sumemos todos a ese sano ejercicio de pensamiento que es la base para la participación en el mejoramiento de nuestro país. Empezamos a transitar el año del bicentenario de la creación de nuestra bandera. Un buen año para pensar el país.

Nota de Opinión - Por: Hermes Binner

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